#CHEF

Ayer, tirando de una buena oferta de los cines Golem para la última sesión de los domingos (sesión a 5 euros), aproveché para ir. He tomado como costumbre acabar así la semana este verano y no soy el único.

Tenía ganas de ver algo simpático, que me sirviera para desconectar un poco de todo, pasar un buen rato y, si fuese posible, echar alguna risa. Aunque con esbozar una leve sonrisa también me daba con un canto en los dientes. La elección del menú fue #Chef (¿a que está muy bien traída la frase?).

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¿De qué va #Chef? Lo primero que he de decir es que la almohadilla o hashtag del título no es porque sí. Es un detalle de lo que nos vamos a encontrar a lo largo de los 110 minutos de peli. Carl Casper es un chef que en su día, hace ya varios años, tenía una reputación internacional. Copaba titulares y su nombre era prácticamente omnipresente en todos los artículos del mundo gastronómico. Con los años fue perdiendo fuelle y ahora, entrado en los 40 y con unos kilos de más que remarcan su bache profesional, se ve en busca de un trabajo a raíz de un rifirrafe en Twitter con uno de los críticos más influyentes del país. Viendo como está el panorama, decide montar su propio restaurante. Eso sí, no será un restaurante al uso sino un camión de comida ambulante. Ello le llevará a recuperar algo que tenía bastante más abandonado que a él mismo: su hijo.

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La película es una crítica constante a las redes sociales y lo influyente que pueden llegar a ser, sobre todo si el que la maneja es alguien conocido. Sin buscar nada más que el poder pasar un buen rato, vuelve a sacar el tema de padre e hijo distanciados pero de una manera más superficial o, al menos, no tan de manual como suele hacerse. Aquí el crío no es tan repelente como en otras películas, aún así sigue coleando ese deje que enseguida se encarga de desvirtuar el padre, interpretado por Jon Favreau (que la escribe, dirige y produce, ahí es nada). Quizás decepciona un poco que la tensión sexual no resuelta entre Carl Casper (Jon Favreau) e Inés (Sofía Vergara) se quede a medio gas en medio de una historia realmente entretenida y que merece la pena ser vista.

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Una comedia que funciona, a pesar de que los últimos cinco minutos se precipite todo, con situaciones divertidas y, sobre todo, diálogos que se pisan entre los personajes con salidas de tono que tardas un par de segundos en pillar, hasta que se ordenan en tu cabeza y tocan la neurona de la risa. Como en los diálogos de Woody Allen, vaya.

Y si hablamos de los personajes, la cinta suma puntos. Se nota que Jon Favreau cae bien en Hollywood. Dirigir ‘Iron Man’ le ha hecho que pueda contar con las participaciones de Scarlett Johanson y Robert Downey Jr. Pero a sus pequeños papeles se le suman también Dustin Hoffman o, el cada vez más grande, Bobby Cannavale.

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